La cueva de los Cristinos tiene un desarrollo de 190 metros y una profundidad de 15 metros. La entrada de la cueva se localiza en el fondo de una dolina próxima al camino nuevo del puerto de Larraona en Navarra.
La cavidad es conocida desde antiguo por los pobladores de los valles de Amezkoa y pastores de Urbasa-Entzia por su manantial de agua permanente.
La boca de la cavidad se abre sobre una dolina desfondada. Una vertical de 10 metros acondicionada mediante una escalera de caracol realizada en mampostería rustica nos sitúa en su base.
La primera exploración de la que se tiene registro es una inscripción en una columna realizada en 1850. No se tienen datos de exploraciones hasta 1960, año en que la cueva es visitada por espeleólogos del C.M. Estella, siendo en 1972 cuando se hace la primera topografía.
Por el fondo de la galería, la corriente de agua desaparece en un caos de bloques formando un pequeño lago en la parte más profunda de la cavidad. En épocas de lluvias la parte final puede inundarse ante la poca capacidad de drenaje del meandro.
Tras superar la puerta metálica y un caos de bloques tapizado por costras carbonatadas, se accede a una sala alargada en la que se originan abundantes precipitados de carbonato cálcico, originando formaciones de gran belleza y espectacularidad.