El herrerillo común es uno de nuestros pájaros más encantadores. En los primeros días de buen tiempo cuando el macho se lanza en vuelo nupcial desde la copa de un árbol utilizando sus azuladas alas como si fueran un paracaídas.
Este inquieto pájaro perteneciente a la familia de los páridos también se ha convertido en un asiduo visitante de la bota mágica.
El herrerillo común se reproduce por toda Europa, excepto en el norte de Escandinavia y en Islandia. Su densidad es muy alta en todas partes y la protección que generalmente se le dispensa con millones de cajas nido instaladas y una constante alimentación en comederos situados en jardines privados y parques públicos contribuyen en no pequeña medida a que este pájaro pueda resistir los rigores del invierno.
En la Península Ibérica el Herrerillo Común es una especie numerosa, en general, y localmente abundante. Es rara o falta en zonas no arboladas, llanuras y terrenos áridos. Rehúye bosques densos de coníferas y prefiere sus linderos y claros para reproducirse. La falta de lugares adecuados donde anidar le obligan a desertar zonas en las que fue abundante. En Iberia es netamente sedentario, moviéndose muy poco de su lugar de nacimiento, como se ha comprobado por el anillamiento. Una pareja de estos pequeños pájaros puede permanecer toda su vida en un estrecho valle. Si cogiéndolo se le aleja más de cinco kilómetros de él, pierde el sentido de la orientación y no vuelve. A menor distancia retorna casi siempre.